Los países emergentes y la globalización

Elíes Furió

Con la actual globalización se hace cada vez más evidente que los flujos económicos, comerciales y financieros carecen de verticalidad, no son movimiento de norte a sur o de sur a norte. La tradicional y no siempre correcta percepción de que los flujos económico venían representados por inversiones procedentes de los países avanzados y con destino en los países menos avanzados, por un lado, y materias primas desde estos hacia los primeros, hoy en día es menos unánime.

Los emergentes impulsan la globalización

Son los países emergentes quienes están impulsando la globalización, o mejor dicho, quienes persiguen darle una determinada orientación y por ello su empuje en el plano político-económico. Una orientación que para ellos, es la respuesta natural a la actualidad de los flujos comerciales y de capital. Las economías emergentes son las responsables de la mayor parte del crecimiento de los flujos comerciales y también de los financieros. Este desplazamiento de la cuota de producción mundial de los países desarrollados a los emergentes está cambiando profundamente el modelo de la globalización. Asimismo, aunque todavía su peso es reducido, las multinacionales de los países emergentes crecen a ritmos elevados. No debe olvidarse, sin embargo, que existe una asimetría entre flujos comerciales y financieros en los países emergentes dado el mayor predominio de los intercambios de mercancías frente a las inversiones exteriores.

No debemos olvidar que estamos ante una crisis con un importante componente financiero y esto debilita el crédito y, con ello, el comercio mundial. También, las empresas y entidades financieras han redefinido su despliegue internacional, forzados en algunos casos a un repliegue. Con todo ello, la contracción de los flujos internacionales parece inevitable. La incertidumbre todavía no ha desparecido y el cambio de tendencia no es previsible a corto plazo. A largo plazo, todos sabemos la respuesta. La duda es cuando pasamos del corto al largo plazo.

¿Una menor globalización?

El Depth Index of Globalization (Índice de profundidad de la globalización) de 2013 analiza 139 países que suman el 99% del PIB y el 95% de la población mundiales. Se trata de un estudio del profesor del IESE Pankaj Ghemawat y Steven A. Altman que compara el tamaño global de la economía de un país con el porcentaje de flujos comerciales, de capital, información y personas.

El estudio concluye que el grado de interconexión es menor que el existente en vísperas de la Gran Recesión (2007). Las causas serían la propia macroeconomía de la crisis y los rebrotes proteccionistas. Como suele suceder en momentos de crisis económica, el flujo de inversión transfronterizo se ha reducido y también lo han hecho los flujos comerciales.

La expansión de Internet y el aumento de las interacciones en las redes sociales y de otros flujos de información, sigue concentrándose en la escala nacional. El hecho que se trate de tecnologías de alcance global y de que en algunos casos, como en España, la lengua sea también global, no está conduciendo a un máximo aprovechamiento de los intercambios de información y de relaciones.

Los diez países más globalizados en cuanto a flujos internacionales son: Hong Kong (China), Singapur, Luxemburgo, Irlanda, Bélgica, Holanda, Malta, Malasia, Bahréin y Estonia. Hay una mayoría de países europeos, aunque los países del Sudeste Asiático y Asia Central registraron el segundo mayor aumento en su nivel de globalización después de los norteamericanos. Pero, si la Unión Europea impulsa el valor de los indicadores de globalización de los países miembros, no todas las naciones europeas están igualmente globalizadas.

Globalización y el arte de la política

Ghemawat y Altman añaden que la mayor amenaza para la globalización son las políticas erróneas. Está previsto que la economía mundial crezca más rápido entre 2012 y 2018 que en los treinta años anteriores. En su opinión, lo relevante no son tanto las variables macroeconómicas como las políticas que se adopten.

El alcance de las políticas es también importante. El proteccionismo no es la solución, como tampoco lo es una apertura extrema e ingenua. Debe encontrarse la posición intermedia que ofrezca posibilidades de mejora a todos. Y, la materialización de estas posibilidades pasa también por el ritmo y la temporalidad en que se aplique las reformas y las políticas. Esta es una cuestión del arte de manejar las reformas y las políticas.

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