Aranceles en Trump como política económica

El presidente Trump ha firmado una serie de ordenes ejecutivas elevando los aranceles a productos procedentes de Canadá, México y China en productos como el acero, el aluminio y el cobre y, también a los automóviles. Los objetivos anunciados por el propio presidente son tanto económicos como no económicos. En este último sentido, quiere que estos tres países incrementen el control, en sus respectivas fronteras, sobre el flujo de drogas y de personas hacia los Estados Unidos. Por los que respecta a los propósitos económico, el fin es alentar la producción estadounidense. Los ingresos fiscales por aranceles servirán para incentivar la producción nacional de Estados Unidos. Los ingresos por aranceles menguaran si los tres países antes citados son eficaces en el control de drogas y en los flujos migratorios. Esto acabaría con el propósito, anunciado en ocasiones por el propio Trump, de sustituir los ingresos del impuesto sobre la renta por aranceles a efectos de financiar al gobierno.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent dijo, durante su audiencia de confirmación en enero de 2025, que el presidente estaba aplicando aranceles por varias razones diferentes. Destacó tres objetivos principales: remediar prácticas comerciales desleales, aumentar los ingresos y alentar a otras naciones a negociar en términos favorables para Estados Unidos.

Los ingresos por aranceles menguaran si los tres países antes citados son eficaces en el control de drogas y en los flujos migratorios. Esto acabaría con el propósito, anunciado en ocasiones por el propio Trump, de sustituir los ingresos del impuesto sobre la renta por aranceles a efectos de financiar al gobierno. La mayoría de las economistas consideran que está sustitución no sería completa. Consiguientemente, para escapar del aumento del déficit público, se impondría una drástica reducción del gasto público por la vía de menguar el sector público federal. Tal reducción parece difícil dada la magnitud que debería alcanzarse en el gasto público. O, por su parte, el fuerte incremento arancelario para aportar elevados ingresos ocasionaría una inflación importada que reduciría el consumo interno y la inversión y, también, los ingresos públicos (internos y externos).

Si el propósito es obtener ingresos por la vía de los aranceles que sustituyan a los ingresos del impuesto sobre la renta, la protección arancelaria debe ser permanente. Esto choca con el uso de los aranceles como mecanismo de presión para reducir el flujo fronterizo de drogas y personas. Si el presidente Trump tiene éxito en reducir dichos flujos deberá renunciar a elevar los aranceles y, perderá sus ingresos fiscales.

Pero además perderá la protección de la producción estadounidense y, con ello, el impulso que, supuestamente, ésta daría al crecimiento económico estadounidense. Pero, muchos economistas piensan que aumentar la protección nacional no conduce a medio y largo plazo a un mayor crecimiento económico. Tal vez aumente la producción en algunas actividades concretas y con un número reducido. En otras se producirá escasez de productos e inflación de costos que acabarán en un aumento de la inflación agregada. La política monetaria restrictiva para luchar contra el crecimiento de los precios acabará por menguar más el crecimiento económico. Con estas expectativas, es posible que merme la inversión y que, finalmente, no acompañe suficientemente la expansión económica prometida.

Las personas y, entre ellas, los responsables públicos, no siempre toman las decisiones basándose en lo acertadas que éstas sean. A veces tomamos decisiones sabiendo que no lo son. Pero tampoco podemos confiar en tomar decisiones sobre la base de la creencia de que otros van a corregir sus -malas- decisiones por otras nuevas y, en nuestra opinión, correctas.

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